La Astrología, así como otras prácticas holísticas y de sabiduría ancestral, está cobrando cada vez más terreno en nuestra cultura y nuestras vidas. Esto, porque al parecer estamos en la búsqueda de otro tipo de conocimientos, prácticas y conexiones que nos ayuden a reencontrar un sentido, tanto para transitar las actuales crisis y transformaciones, como para co-crear el mundo que viene. En esta búsqueda, necesitamos sentirnos menos desconectados y, por lo tanto, necesitamos también de visiones que nos integren en relación con el planeta, el Cosmos, la Naturaleza, y los demás seres sintientes.
Entonces, uno de los aportes de la Astrología como saber ancestral y lenguaje simbólico, es que nos ayuda a entender nuestras vidas como un viaje de la Conciencia en el que, independientemente de nuestro signo solar, debemos aprender de cada uno de los doce signos del zodíaco.
Este viaje lo realizamos en múltiples ciclos que se superponen, siendo los más relevantes el ciclo solar: un año, y el ciclo lunar: un mes. Asimismo, el Sol y la Luna van “conversando” cada mes, siendo los momentos más relevantes la Luna Nueva y Luna Llena. La Luna Nueva se produce cuando Sol y Luna se reúnen en un mismo signo y grado matemático, y la Luna no es visible. La Luna Llena, sucede cuando el Sol y la Luna están en el mismo grado de signos opuestos, se enfrentan y de esa manera el Sol ilumina toda la cara lunar.
¿En qué fases de estos ciclos estamos? Entrando ya en el mes de agosto, el Sol está transitando por el signo de Leo. Abandonó el signo de Cáncer el pasado 22 de julio. Se trata de un pasaje que energiza y renueva, en particular este 2020 ya que el paso por Cáncer estuvo intenso, con sus eclipses, con la actividad en su signo opuesto, y dos Lunas Nuevas en Cáncer.
Este tránsito y momento del año es muy particular: a Cáncer lo rige la Luna, a Leo el Sol. Entonces, el paso de Cáncer a Leo es similar al paso de la Luna al Sol; de la conciencia emocional a la conciencia del Ser; del pasado al futuro; de los apegos, a una expresión más libre, independiente, no condicionada. En Cáncer, debimos habernos nutrido emocionalmente lo suficiente como para poder dar el paso a la expresión leonina. Haber entrado en la raíz profunda de nuestra pertenencia, de nuestros valores, afectos, origen, heridas de infancia, para adquirir la fuerza espiritual que nos permita autoafirmarnos a la manera de Leo: sin necesidad de cuestionarnos, explicarnos ni demostrar nada, puesto que tenemos la certeza de quienes somos y lo irradiamos con naturalidad.
Parte de los regalos de este ciclo es la Luna llena del 3 de agosto. Estando el Sol en Leo, la Luna refleja su luz desde Acuario, el sitio opuesto. El Sol en su domicilio, en plena conciencia, iluminando una Luna que pide que aportemos nuestro brillo particular a la tarea colectiva.
Y así es que esta Luna llena, en este año tan particular, se configura como un evento especialmente luminoso. Una oportunidad para conectar y potenciar la propuesta de Leo: descubrir nuestro propio brillo e irradiarlo. Podríamos conectar con el concepto de “Despertar de la Conciencia”. Un despertar que requiere de individuos seguros de sí mismos, que luego puedan prestar servicio al bien común sin necesitar un reconocimiento externo, ya que cuenta con el amor y reconocimiento incondicional de sí mismo, lo que aprendió en las aguas del origen y la introspección de Cáncer.
Otros factores astrológicos están proponiendo el contexto único en este período para esta Luna llena y ciclo leonino. Luna y sol en aspecto tenso a Urano, podría indicar que haya sorpresas o revelaciones. Todo en consonancia con las transformaciones y cambios al sistema que piden tanto radicalidad como permanencia.
Tenemos también un particular set de elementos en Aries: Marte, Quirón, Lilith, en aspecto armónico al Sol en Leo, colaboran a la reivindicación personal: desde el reconocimiento de lo que duele, desde la percepción de la injusticia que veo en el mundo y la siento como propia, y la necesidad de darle un canal de expresión y comunicación. Sin dejar de considerar que Marte estará todo el resto del año en Aries, convocando bastante a la reflexión y el cultivo de nuestra autoafirmación y recuperación de esa chispa primigenia: la voluntad, el derecho y las ganas de vivir.
Por otro lado, también Neptuno presente, en sextil a la triple conjunción en Capricornio y trino a Mercurio. La expresión mágica, mística, compasiva, y artística está potenciada. Nos invita a conectar con nuestros canales de expresión más poéticos: la pintura, la música, los sueños, los rituales y nuestra capacidad de hacer de lo que sea, algo bello, altruista y espiritual.
Recordemos que las lunas llenas son tiempo de cosecha. Vinculadas a lo que se sembró, en este caso, en la anterior luna nueva en Acuario: el pasado 24 de enero ¿Qué estuvimos intencionando en ese tiempo? ¿Qué de aquello ha logrado madurar en este tiempo? ¿Qué estoy dispuesto, dispuesta, a dejar definitivamente atrás?
Acompaña este proceso psíquico y vibracional con prácticas de conexión interna. Ritualiza los ciclos en tu vida. No hay fórmulas ni recetas únicas. Usa tu intuición y entra en sintonía con tu vida en este momento. Como Luna llena en Acuario, puede sugerir también entrar en conexión con los demás, alguna reunión virtual en grupo de amigas, amigos, algún tipo de celebración y renovación de pactos de realización colectiva. Sin perder la conciencia de que eres un ser único: Leo, pero que no necesita compararse ni distinguirse de los demás: Acuario.
Vamos junt@s, como seres únicos pero iguales, transitando esta experiencia humana y de camino a una nueva realidad!